lunes, 18 de junio de 2012

No hacía ni frío ni calor. Quizás sí; no lo sé.. Tampoco lo iba a notar...
Con la misma cara de siempre, con las fuerzas de siempre, con las lágrimas de la noche anterior y las de esa mañana, me vestí, y fui a clase. Llegué y todo era igual que siempre...
Aquella fría clase, aquellos profesores amargados, aquellas asignaturas insoportables...
Y lo que más gracia me hacia; mis amigas al fondo hablando de chicos y del verano; siempre tan ajenas a la gente, a los problemas, a la realidad, al dolor, a la soledad...
Llegó la hora del descanso y salimos fuera.
Carla dijo: -Eh Maria, ¿tienes fuego?
-No tia... Carol sí.
Empezaron a fumar y a reírse escandalosamente. En grupo, como siempre.
Yo estaba apoyada en una pared, un jersey de cuello alto en el que me tapaba parte de la cara hasta llegar a  los ojos; así evitaba que la gente viese mis lágrimas; mis penosas lágrimas.
El pelo, semirecogido, me caía despavoridamente por las orejas y parte de la frente. Me mordía las uñas. No comía. No dormía. Tenía ojeras. No hablaba... En todo ese día no había hablado con nadie; tampoco había con quién ni de qué. La gente tampoco existió. Yo sólo sabía llorar y desearme la muerte... Lenta, dolorosa, rápida, fugaz... Me daba igual. Solo morir. Lo suplicaba. Lo deseaba. Lo necesitaba.
Permanecía callada, inmersa en mis pensamientos, en aquel adiós, aquella noche, aquel banco, aquella calle, aquellas manos, aquellas palabras, aquellos ojos azules, aquel ultimo beso...
Las oía hablar; niñatas. Ese era mi veredicto. Niñatas.
-Sí, pues.. ¿sabéis qué? Carlos se ha comprado un descapotable.. Dijo Isolda.
- ¡¿QUÉ?! Exclamaron todas.
-Y la primera en subirme seré yo jajajajaja
-Mentira... Picó Mencía.
-Claaaaaro que sí linda, sigue soñando...-Le reprochó Carol.
-El que mejor está es Fer...-Dijo María.
- Jajajajaja María y sus gustos arios. Siguió Isolda.
- ¡Ah! Hablando de chicos, ¿iréis a la fiesta del sábado?
- Puaj, ¿el sábado? El sábado haría yo un año con Juan...
Seguro que si voy estará con la guarra esa... O sea que, yo voy.
-Jajajaja vamos todas entonces.
-Esta tarde nos vamos de compras; los tacones los podríamos llevar iguales.
-Tsss a ver si mis papás me dan dinero, que ya llevo 50 pavos en trapitos...
Y yo, ajena a aquello, yo lloraba y sentía asco.
En ese momento Iso soltó un suspiro, y poniéndose seria , a la vez que tierna, dijo:
- Sinceramente... eso de estar enamorada ha de ser un placer, un lujo, un regalo...
Todo va bien porque estás al lado de alguien a quien querer; alguien que te quiera y te proteja; que te haga sentir única, irrepetible, grandiosa, feliz....
Ahí, justo ahí, solté una media sonrisa irónica y varias lágrimas; pero callada. Silencio.
-Para las que hayamos estado enamoradas- Dijo Carla- Cuando él se va de tu vida, sientes que te mueres; aun que luego se pasa.
No creí esa reacción, no me la esperaba; pero hablé.
-Mentira- Dije. -Mentira.
Todas se giraron.
-Eh Iseo, ¿Estás bien? Tía, ¿qué te pasa en los ojos?. Dijo María.
-Los tienes rojos. Argumentó Isolda.
- ¿Iseo? Preguntó Clara.
- Tía.... Suspiró Mencía.
-Mentira. Dije yo bruscamente.

Cuando él se va de tu vida, si realmente lo quisiste, lo amaste, lo adoraste... Mueres.
Porque él se convierte en tu vida, y al desaparecer; tú con él.

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