lunes, 18 de junio de 2012

Cuando todo eso acabó, yo me enorgullecí. Me sentí contenta y satisfecha conmigo misma. Me aseguré, me prometí, me convencí..., de que jamás me volvería a pasar.
No habría una segunda vez. Lo sabía.
Hasta que llegaste tú; más especial que la primera; pero más dolorosa también.
No me esperaba que volviese a aquello. A eso de llorar hasta sangrar; de sangrar hasta llorar; de vomitar por llorar y llorar por vomitar. De no estudiar, no hablar, no salir, no comer, no saber, no pensar, no decidir... No vivir. Estar muerta en vida.
No sabía que eso volvería a pasar; pensaba que era imposible. Pero pasó, y más fuerte, dura e intensa que la primera. Tanto, que fue como si nunca hubiese habido primera, y la tuya fuese la primera, la única y la última.

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