Querido cerebro:
disculpa la sobrecarga que te echo padecer con pensamientos suyos.
disculpa la sobrecarga que te echo padecer con pensamientos suyos.
Querido estómago: disculpa las continuas mariposas al oír su nombre, su voz...
Querida almohada:
disculpa la cantidad de lágrimas que dejé caer sobre tí.
Querido corazón:
perdóname por haberte roto.
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