lunes, 14 de diciembre de 2015

Supongo que estoy condenada al fracaso, al olvido, al rechazo, al desamor, a la tristeza, a la angustia, a la soledad, a la insuficiencia, al malditismo; y lo peor es que yo misma he firmado esa sentencia.
Soy acusada, juez, culpable, testigo, parte, abogada y defensa de mis propios juicios y desquicies.
Tengo una condenada que se basa en querer siempre al otro más que a mi misma; a ver el tiempo pasar sin ti, a caminar sin encontrarnos al final del túnel, a esperar una llamada en la que oiga tu voz diciendo no lo que quiero, ni lo que necesito, sino lo que merezco oír; a acostumbrarme a la impaciencia de que tú llegues siempre tarde y yo siempre esté esperándote; a causar furor y más tarde indiferencia....
Pero me he cansado. He empezado a asumir que nunca llegarás, ni vendrás, ni volverás. Que estoy condenada a querer a una persona que no existe y aún sabiéndolo, sigo haciéndolo.
Creo que es demasiado romántico eso de morir por amor, pero no sé por qué,
no tengo otra razón de existir que una muerte cuyo móvil sea pasional.


No hay comentarios:

Publicar un comentario