miércoles, 31 de octubre de 2012

31.

Realmente, no sé cómo empezó esto. Yo no lo diseñé; no lo imaginé.
Ni siquiera me lo planteé.
Fue de las formas mas extrañas pero habituales que existen.
Lo típico de que alguien en clase mira a alguien; uno sonríe a otro y este otro devuelve la sonrisa a ese uno. Y poco a poco, las cosas parecen ir avanzando.
Sin pensarlo, sin quererlo... Sin esperarlo.
Habláis, os reís y tú crees que os gustáis. Que ese chico te complementa.
Y todo va bien. Tú te ilusionas, te forjas tus ideas después de tanto tiempo, de tantos años sin haber sido capaz de querer ni valorar a nadie.
Y ese queridos amigos creo que es el problema. Que todo vaya bien.
A mí nunca me saldrá nada bien.
Así que llega el día en el que al parecer, tú eres su amiga. Sólo su amiga.
No te ve, ni te vio, ni te verá como a nada más a pesar de todo.
Y a ti, pequeña, no te queda otra opción que sonreír y seguir.
Y cuando llegues a casa, si quieres, rompe a llorar.
Pero que mamá no lo sepa; ahórrate otra humillación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario